Desde calzados inspirados en templos japoneses sintoístas, hasta el molido de las deportivas antiguas en bolitas para pistas de atletismo
Foto Portada: Templo sintoísta
Por el equipo Slow Fashion Next
Un zapato de cuero de 5.500 años de edad fue descubierto en una cueva en Armenia en 2010. Los expertos del reciclaje no podrían decir exactamente cuánto tiempo debería llevarle a un zapato descomponerse, pero se estima que unos 50 años.
La resistencia al compostaje es sólo uno de los muchos desafíos a los que se enfrentan los diseñadores con la esperanza de reducir el impacto ambiental negativo de los zapatos, pero es un reto que diseñadores y empresas están asumiendo.
El profesor Shahin Rahimifard dirige Centre for Smart (Fabricación Sostenible y Reciclaje de las Tecnologías) de la Universidad de Loughborough. Ha pasado los últimos 10 años estudiando la industria del calzado. “La suposición es de si se venden 330 millones de pares de zapatos en UK al año, la mayoría irán a parar al vertedero, aunque algunos de ellos sean almacenados en armarios varios años”. Él cree que el sector del calzado desde sus comienzos se ha comparado con las industrias del automóvil y de la electrónica.
El trabajo de Rahimifard se centra en lo que les ocurre a los zapatos al final de su vida útil. El cuero plantea un problema a los vertederos debido a los productos químicos nocivos utilizados en el proceso de curtido. Algunos de los pegamentos utilizados en su producción son también peligrosos, y contienen compuestos orgánicos volátiles como tolueno y benceno. Los materiales biodegradables como el cuero y la madera también producen metano, un gas de efecto invernadero, si se les permite hacer compost en el vertedero.
Parte del equipo de Centre for Smart
Las deportivas pueden contener cuero, caucho, espuma, textil, metal y otros materiales, los cuales son difíciles de separar. El equipo de Rahimifard ha diseñado máquinas que rompen los zapatos en pequeñas piezas y las separan en diferentes materiales para que puedan ser reutilizados como materiales de construcción, aunque él mismo reconoce que esta no es la solución perfecta. “Los materiales de calzado son downcycled (ciclo negativo) en vez de reciclados. Es mejor que enviarlos al vertedero pero la cualidad es más pobre que cuando comenzamos”.
Los diseñadores son fundamentales para la solución de este problema. Leila Sheldrick, de Centre for Smart explica: “Se ha demostrado que las etapas iniciales del diseño conceptual representan hasta tres cuartas partes del impacto ambiental de los productos finales. Además de la innovación técnica, los zapatos ecológicos también tienen que verse bien y atraer a los clientes”.
Rahimifard trabajando con el calzado
Un diseñador decidido a hacer frente a estos retos es Aly Khalifa. Su zapato LYF (Love your Footprint) puede ser desmontado y rehecho sin perder calidad. Inspirado por los templos sintoístas japoneses que pueden ser desmontados y movidos, el zapato LYF está hecho de piezas que encajan como un Lego, sin necesidad de pegamento. “Para ser verdaderamente sostenible tienes que diseñar para el desmontaje. Si pones pegamento en la mezcla, causas problemas en la reutilización”, afirma.
La compañía está a punto de lanzar una oferta de financiación para producir zapatos LYF comercialmente con el objetivo de establecer puntos que produzcan zapatos modulares hechos a medida. Los clientes podrán diseñar o elegir la tela exterior mientras que la plantilla del zapato se realizará a partir de corcho reciclado de botellas de vino. La suela y el tacón se cortan juntos y se mantienen en su lugar hasta que el cliente desee un tejido diferente o un nuevo tacón.
Galahad Clark, descendiente de la famosa familia de zapatos Clarks y fundador de Vivo Barefoot, está de acuerdo en que los productores de calzado deben centrarse más en el fin de la vida del zapato. “Es el elefante en la habitación. La industria del calzado ha fallado destinando los zapatos a vertederos”. Clark continua, “Si los zapatos se ven bien y son buenos para los pies, la gente los va a usar durante más tiempo, en lugar de simplemente deshacerse de ellos y comprar otros nuevos”.
La creciente escasez de materiales vírgenes, además de las directivas europeas sobre lo que puede ser desechado, y las cargas del vertedero, despiertan a todos los grandes fabricantes la necesidad de un enfoque más sostenible.
Reconocido como un líder en el sector, Nike ha desarrollado una aplicación de código abierto para ayudar a los diseñadores a evaluar su impacto ambiental y ha estado gestionando un esquema de reutilización del calzado desde la década de los 90, moliendo las zapatillas viejas hasta convertirlas en bolitas que se utilizan para la superficie de las pistas de atletismo.
El director de sostenibilidad de Nike, Hannah Jones, dice: “Sabemos que no hay línea de meta cuando se trata de la innovación sostenible. Como parte de este viaje, nuestro objetivo es revolucionar la manera en que diseñamos, cómo se hacen los productos y de qué están hechos”.
Gucci vendía una colección de zapatos hechos con bioplástico –un material biodegradable usado como alternativa al plástico petroquímico– mientras que Puma desarrollaba la gama de calzado biodegradable y reciclable, y la gama de bolsas y ropa, InCycle, en colaboración con el Instituto Cradle to Cradle. Sin embargo, Puma, ha confirmado que InCycle ya no está a la venta en el Reino Unido.
Mochila de la colección InCycle, de Puma
Las innovaciones deben ser reproducidas en una escala masiva si se quiere que tengan un impacto significativo en el impacto negativo de calzado en el medio ambiente. Queda mucho trabajo por hacer en la reducción del uso de productos químicos nocivos en el proceso de producción y, al mismo tiempo, no debemos de estar lejos de ver más cajas de recogida en más zapaterías. Todavía estamos a 10 o 20 años de ver esa recogida de zapatos convertidos en zapatos nuevos.
Fuente del artículo: The Guardian
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