Hoy hablamos de consumo, un tema interesante porque nos toca a todos. ¡Sí a ti también, tú que lees ahora mismo!

No sólo hablaremos de consumo, si no de consumismo, intentando entender un poco más este fenómeno, sus consecuencias y como encaminarnos hacia propuestas que puedan servir de solución.

Para poder analizar y debatir sobre un tema, sea cual sea, quizás nos resulte conveniente, hacernos ciertas preguntas antes de sacar “el machete”, puesto que el condenar el consumo, atacando, sin más, su versión “extremista” puede que no nos ayude a llegar a entender las razones que nos han llevado hasta aquí, ahora.

Si se ha llegado a tener que añadir el sufijo “ismo” (que procede ismus, que significa categorizar, llevar a un extremo..) a un sustantivo como “consumo” significa que alguien, en algún momento, ha empezado a identificar unas desviaciones o perversiones que se tenía que poner en evidencia. De algún modo, alguien se preocupó, viendo como el consumo se había transformado en su versión más incontrolable.

El sufijo sirvió para llamar la atención sobre un tema efectivamente crítico para la sostenibilidad y la sociedad. Ha sido necesario, añadirlo, para identificar el consumo de productos y servicios de manera exagerada, derrochadora, desproporcionada con respecto a las necesidades reales.

Como no nos conformamos, con seguir la corriente, apuntando el dedo simplemente, intentaremos una vez más, darle una vuelta al tema, puesto es mucho más complejo de lo que parece o de cómo ha sido tratado hasta ahora. Es decir si no realizamos una profunda reflexión sobre los “por qués” no podremos llegar a atajar el problema de consumo extremista en moda ni en otros sectores.

Dejando el “ismo” por un momento..volveremos a meternos con el pobre, tranquilos..jeje..vamos a reflexionar, vamos a observar cómo es el ser humano e intentamos investigar más sobre el “¿por qué la gente consume?”, ¿os parece?

Porque si no somos capaces de entender las razones que motivan y mueven las personas a comprar y consumir, difícilmente podremos hablar de consumo y sobre todo, difícilmente podremos encontrar soluciones vàlidas para promover otros comportamientos más saludables (en el sentido más amplio).

Consumerism = Slavery by Luc De Leeuw
Consumerism = Slavery by Luc De Leeuw

Desde el origen de la especie, el ser humano ha estado consumiendo recursos para satisfacer su necesidades. Es parte de nuestro naturaleza, necesitamos transformar materiales que nos ayuden a alimentarnos, protegernos etc, necesitamos intercambiar bienes y servicios, encontrar maneras para hacer más con menos o más cómodamente.

Hicimos todo lo que estaba en nuestras manos para acumular riquezas y propiedades que aumentara nuestra probabilidades, de cara a la supervivencia, y posiblemente hacia una mejor calidad de vida.

Por suerte del planeta y de nuestra especie, estas formas de consumo “primitivo” estuvieron muy bien reguladas por límites políticos, ambientales y tecnológicos, hasta que llegó el hito histórico que todo cambió.

Con la llegada de la revolución industrial, y el aprovechamiento de la energía fósil, por fin, tuvimos la posibilidad de progresar como nunca en la satisfacción de estas necesidades básicas.

Allí empezamos a exigir más, empezamos a subir los escalones de la pirámide de Maslow. – ¿la qué..? Sí, la pirámide de las necesidades, que tiene a la base las necesidades fisiológicas fundamentales como: comer, beber, etc…para ir hacia necesidades menos vitales pero importantes como el cariño, el autoestima..hasta llegar a la cumbre donde están otros valores, cada vez más, intangibles, como la creatividad, la autorrealización etc.

En su evolución, la sociedad colonial y luego industrial, iba dejando los trabajos más duros a las clases sociales inferiores, a la máquinas y a los inmigrantes, llegando incluso a “llevar” esos trabajos pesados a las colonias u otros países sub-desarrollados.

Esto, junto a la necesidad de reconvertir la industria bélica de postguerra y dar salida a su producción industrial hizo que el mercado se llenará de productos cada vez más asequibles. Tendencias en que seguimos viviendo hoy en día, fruto de una mejor productividad y de nuevas formas de esclavitud.

Si por un lado unas sociedades “avanzaban” hacia un consumo cada vez más efímero y superfluo, el resto del mundo seguía igual o peor que hace miles de años, sosteniendo con sudor y sangre todo el “chiringuito”.

El consumo, en nuestras primeras sociedades modernas, que hasta ese momento, había estado controlado por fuerzas ajenas a la voluntad del consumidor, empezó a despegar. En las décadas de los 50 y 60 hubo una explosión del fenómeno, muy unido al invención del plástico y un progreso tecnológico exponencial.

1960s Advertising - Magazine Ad - Handi Wrap (USA) by Daniel Yanes Arroyo
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El porque, no es difícil de intuir – ¿verdad? – si por miles de años la vida, de la mayoría, había sido durísima sin casi descanso y en condiciones de trabajo tremendas, algún tipo de liberación psicológica tendrá que haber supuesto, poder gastar dinero en algo como ir al cine, comprarse un coche o salir a comer.

Es decir, por primera vez en la historia de la humanidad, a mediados del siglo pasado, tuvimos tiempo libre que ocupar con algo y dinero para ello. Nació el concepto de ocio, que hasta entonces, era lujo exclusivo de ricos y nobles. La clase media de los países desarrollados empezaba a tener algo más de dinero y tiempo para otras cosas que no fueran simplemente sobrevivir.

Empezar a ver que la vida es más que respirar, trabajar y comer.. que para ser felices, necesitamos objetivos, metas, cariño, autoestima y más..

¡Genial poder llegar a esto! ¿no? – Sí en efecto, no todo fue para mal, desde entonces hubo más tiempo también para dedicarse a las aficiones, a la educación, al desarrollo personal etc.

La escalada de la pirámide hacia niveles superiores ha sacado a la luz algo que no sabíamos.

Para seguir subiendo los escalones más altos de la pirámide el dinero que nos había dado la posibilidad de ganar tiempo y comodidad no sirve (o mejor dicho, no garantiza) para alcanzar esos escalones – Nooo, y eso!? – Sí! Esas necesidades, no se pueden comprar, son intangibles, son unas realidades emotivas profundamente complejas.

Pero se encontró una solución perfecta para que el mecanismo de crecimiento económico no se bloqueara. Productos, como un vestido bonito, un bolso, un perfume o un coche potente, harían de panaceas, satisfarían esas necesidades intagibles. Continuará…

Imagen destacada: We are part of consumerism together by Seth Rader

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