Por Laura Martínez Hortal, colaboradora de Slow Fashion Next y Directora de la Revista Gansos Salvajes

Desde que empecé a divulgar en Gansos Salvajes Magazine la moda sostenible he tenido que escuchar cientos de veces la misma afirmación: “Vestir sostenible es muy caro”.
 
Y es verdad, cuesta más que la ropa de los grandes almacenes. Lo sabemos y también sabemos que es más caro para el planeta y para las personas que la fabrican, pero es demasiado tentador comprar prendas bonitas a precios bajos sin consecuencias visibles a corto plazo.

Dicen que “es de necio confundir valor por precio”, pero es verdad que vivimos bajo una presión económica brutal y que en este país hay personas que no pueden permitirse ni eso, ni nada. Lo entiendo, pero no voy a dejar de divulgar la existencia de marcas y prendas que hacen las cosas bajo criterios y valores positivos para el planeta, las personas y el largo plazo.

En este artículo no voy a hablar de lo que todos sabemos ya. Hoy voy a reflexionar sobre el valor, el de las cosas y el propio.

DORI ROMERAFOTO: Dori Romera Moda: Colgante Orgonita

Desde mi punto de vista hay una gran confusión entre valor y precio. Hemos aceptado que la propiedad de una vivienda vale una vida entera sin libertad laboral, ni posibilidad de descanso. Creemos que un coche, un estatus o ciertas comodidades valen nuestro tiempo (que es la vida), nuestros sueños o una vida atada a un trabajo que ya no nos calza.

Hoy no seré yo la que te cuente el tópico de “si puedes soñarlo puedes hacerlo”, realizar un sueño o emprender un proyecto tiene un coste a veces muy caro. Entiendo que elijamos la seguridad, pero no entiendo por qué damos valor a unas cosas sí y a otras no, sin cuestionar.

Quisiera llegar al fondo de todo esto. Tal y como lo veo ahora creo que existe un profundo sentimiento de desvaloración en muchas personas. En especial a las mujeres nos cuesta mucho invertir en nosotras mismas y en nuestro bienestar. He observado mucho el comportamiento de las mujeres con respecto al dinero, y común que pongamos por delante a los hijos, al marido, la necesidades familiares o la imagen para ser aceptadas o complacer la vista del otro por encima de nuestra salud o de invertir en algo que nos haga felices. A muchas nos cuesta darnos nuestro espacio de descanso o tomarnos tiempo para nosotras. Veo mujeres que dejan de trabajar una temporada para criar a sus hijos y no se consideran dignas de gastar el dinero que aporta su marido como si fuera suyo.

Un gran síntoma de esta desvaloración es que las tareas tradicionalmente femeninas como la limpieza, los cuidados o la costura se hagan gratis o estén muy mal pagados y se consideren actividades sin prestigio social. En un mundo capitalista donde todo se mide con dinero, aceptamos estas situaciones como normales creyendo que la crianza de los hijos no tiene un beneficio económico. Siempre digo: ¿y el cuidado de jardines en una ciudad, tiene un reporte económico? Sin embargo se paga a personas por ello. Criar hijos reporta un gran beneficio para la sociedad a medio plazo y sería un gasto más que justificable.

Sin desviarme del tema, entiendo que la moda hecha con justicia es más cara y no siempre podemos permitírnosla. La moda despierta mayor interés en las mujeres y compramos mucho más que ellos. En los últimos 20 años hemos vivido una gran perdida de calidad y una gran bajada de los precios. Sin embargo en los coches y la vivienda hemos visto lo contrario, aumento de calidad y aumento desproporcionado de precios. Aún habiendo crisis asumimos que el precio del alquiler, de la hipoteca o del coche sea el que es sin rechistar. Todos compramos y usamos estos artículos pero podríamos decir que han pertenecido al mundo de lo masculino históricamente y que aún hoy despiertan mayor interés en hombres que en mujeres.

Analizando un poco por encima podría sacar una conclusión (basada en la observación no científica) de que lo masculino se revalora y lo femenino se desvalora.

Siento que es un reflejo exterior de algo que ocurre dentro de las personas, las mujeres tenemos grabado el mensaje de que valemos menos en la genética, debido a una larga historia de represiones.

No se trata de despertar rencores y mucho menos rivalidad con los hombres, todos tenemos un pasado y cada cual trae su mochila. De lo que se trata es de revisarnos, cuestionar las verdades aparentemente inamovibles, hacer más conscientes nuestras decisiones y comportamientos. Preguntarnos muchas veces por qué.

MARIA ZAFRAFOTO:  María Zafra MODA: Verde Moscú y Zacatúa

¿Por qué en la economía global de una familia el gasto en ropa es mucho más bajo que en vehículo o vivienda en proporción? Al fin y al cabo también vivimos nuestra vida dentro de nuestras prendas y nuestra salud también se ve afectada por los materiales  que vestimos.

¿Por qué con lo mal que está la economía de muchos, todos sin excepción tenemos un Smartphone en nuestro bolsillo? ¿Por qué esta ingeniería sí tiene valor? Podríamos morir sin ropa en invierno, pero sin móvil no tengo noticias de que nadie haya muerto.

¿Por qué cuando las mujeres tienen un problema en el aparato reproductor se les hace un vaciado general de todos los órganos del mismo? Sería impensable que a un hombre por un problema en un testículo se le extirparan los genitales completos. Los hombres no lo tolerarían.

¿Por qué decimos que estamos en paro cuando estamos criando hijos, si es una tarea que requiere mucho talento y dedicación de 24 horas?

¿Por qué son la mayoría mujeres y niños los que cosen sin derechos las prendas que se venden a bajo coste en grandes cadenas de fast fashion?

¿Por qué la industria automovilística sube sus precios y mientas prolifera la industria de la ropa barata? La respuesta es clara, porque crece sobre la tierra fértil de la desvalorización de las mujeres. Las de aquí y las de allí.

Foto de Portada: Maria Zafra Moda: Verde Moscú

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