Vuelos transatlánticos, ¿realmente los necesitas?
Artículo realizado por Gema Gómez, Directora Ejecutiva en Slow Fashion Next.
Imagen de Portada: den-belitsky para Envato.
Desde el principio, en Slow Fashion Next, y mucho antes de que Greta Thunberg cruzara el Atlántico a vela, o que en Suecia se pusiera de moda “la vergüenza de volar“, he sido muy consciente de la gran huella de carbono que dejaban mis viajes trasatlánticos.
Este tipo de viajes siempre han sido por motivos profesionales, y solo uno fue personal.
Muchas veces me preguntaba cuál sería la huella de muchos de nosotros, excelentes profesionales, que no dejábamos de viajar y atravesar el océano, llevados por este impulso de contar y concienciar sobre temas tan importantes.
¿Era este el mensaje que teníamos que dar? ¿O teníamos que restringir los vuelos transatlánticos?
No puedo hablar por los demás porque cada situación y cada sector es un mundo, hay algunos que aún a día de hoy es necesario seguir apareciendo por allí, pero sí puedo pararme a analizar mi propio caso.
Cuando empecé a viajar al otro lado del mundo, después de mis experiencias profesionales convencionales, cuando viajaba ya en Slow Fashion Next, apenas nadie estaba hablando de estos temas. Te ibas encontrando algunos casos aislados, pero los discursos eran todavía pobres en contenido. Estamos hablando del 2011. A día de hoy ya encontramos muchas voces en Latinoamérica hablando sobre moda sostenible, con más o menos formación, pero siempre con ganas de divulgar y generar movimiento.
Quizás necesitábamos todos parar un poco, y eso es lo que nos ha traído este momento tan complejo tan lleno de incertidumbres como de oportunidades.
Parar y reflexionar…
En mi caso, si bien es cierto que he parado meses en relación con los viajes, no lo había hecho en relación con el trabajo. Es más, el teletrabajo nos ha absorbido muchísimo y hemos trabajado muchísimo más impartiendo conferencias puesto que nos llaman de muchos de esos sitios donde por las restricciones no podíamos ir.
Seguramente necesitaba otro empujoncito consciente, y este ha venido leyendo el libro del ambientólogo valenciano Andreu Escrivá “Y ahora yo qué hago”.
Lo primero deciros que lo tenéis que leer, es un libro sencillo, fácil de leer, qué va a la esencia del problema, y que motiva para generar cambios.
No puedo deciros si estaba en mi subconsciente ya tomada la decisión, pero leyendo este libro se ha hecho consciente, y he decidido no volver a hacer ningún vuelo transatlántico, ni por trabajo ni a nivel personal.
No es por falta de oportunidades laborales, al contrario, es rara la semana que no nos escriben del otro lado del charco que tienen la afinidad común de lenguaje con nosotros y nosotras: Universidades, Congresos, Fashion weeks,…tantos años dando vueltas por allí empezaban a dar sus frutos.
Pero hay que ser coherente, y por muchos frutos que te puedan llegar a dar, no se puede añadir unas 2,6 toneladas de CO2 (ida y vuelta según myclimate.org) aproximadamente por cada viaje sobrevolando el atlántico en el aire más, y además, si hay gente ahí fuera que te escucha y confía en lo que haces, es el momento de lanzar el mensaje adecuado. No podemos seguir viajando así, que lo que hacemos es seguir quemando queroseno (¡por muy subvencionado que esté)! y tenemos que ir hacia patrones de vida y consumo que aseguren nuestra supervivencia y la de los que vienen detrás.
Soy humana y como tal, al no ser marciana y depender de lo que pasa en este mundo, me toque romper esta promesa. Igual que alguna vez me toca ir a la compra en coche, no digo que en algún momento no me pueda volver a tocar viajar. Lo que sí digo con este mensaje es que el modelo de viajes que hemos normalizado no tiene sentido y nos afecta enormemente, a nosotros y a nuestros seres queridos, y que debería de estar muy justificado cuando llevemos a cabo un viaje así.
Si en algún momento me tocará hacerlo, he decidido que tendría que compensar por tres las emisiones de CO2 de ese viaje con alguno de los proyectos de alrededor que nos acompañan. Aunque se pueda compensar luego, nunca es igual como si esas emisiones no se hubieran emitido nunca.
Aquí os dejo esta reflexión. Es una invitación a repensar vuestros modelos de trabajo, si lo que decís es coherente con lo que hacéis, y ojo, que como decía arriba, sabemos que no somos marcianos y vivimos en un mundo en el que nos ha tocado vivir, pero aún así creo que es importante que nos replanteemos los modelos de trabajo.
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