Las partículas diminutas de plástico liberadas por los tejidos sintéticos, pueden causar daño a la vida marina cuando entran a los ríos y océanos.

Foto Portada: Un lucio (Esox lucius) alimentándose de partículas de microplástico. Fotografía de Oona Lönnstedt

Por el equipo Slow Fashion Next.

Según un estudio, cada ciclo de una lavadora podría liberar más de 700.000 fibras microscópicas de plástico al medio ambiente.

Un equipo de la Universidad de Plymouth, en el Reino Unido, pasó 12 meses analizando lo que sucedía cuando se lavaban una serie de materiales sintéticos a diferentes temperaturas en lavadoras domésticas, usando diferentes combinaciones de detergentes para calcular así cuantas microfibras se desprendían.

Encontraron que el acrílico es el peor tejido, liberando cerca de 730.000 pequeñas partículas sintéticas por lavado, cinco veces más que la combinación de tejidos de algodón y poliéster, y casi 1’5 veces más que el poliéster.

“Los diferentes tipos de tejidos pueden tener diferentes niveles de emisiones”, dijo Richard Thompson, profesor de biología marina de la Universidad de Plymouth, que llevó a cabo la investigación con un estudiante de doctorado, Imogen Napper. “Tenemos que entender por qué algunos tipos de tejidos liberan considerablemente más fibras que otros”.

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Microfibras encontradas dentro del cuerpo de un pez en Norte América

Estas microfibras viajan a través de las aguas residuales domésticas hasta las plantas de tratamiento de las aguas, donde algunos de los diminutos fragmentos de plástico, son capturados como parte de los lodos de la depuradora. El resto pasa a los ríos y, en ocasiones, a los océanos. Un artículo publicado en 2011 encontró que las microfibras componen el 85% de los desechos de origen humano en todas las costas del mundo.

El impacto de la contaminación del microplástico no se entiende por completo, pero los estudios han sugerido que tiene el potencial para envenenar la cadena alimentaria, crecer en los aparatos digestivos de los animales, reducir la capacidad de algunos organismos de absorber la energía de los alimentos e, incluso, cambiar el comportamiento de los cangrejos.

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Cachalotes de 13 metros de longitud con plástico en sus aletas. Fotografía de Jeroen Hoekendijk

El lavado de la ropa ha sido ampliamente conocido como un factor que contribuye a la contaminación de los microplásticos. Un estudio publicado en Junio por la Universidad de California en Santa Bárbara en colaboración con la empresa de ropa Patagonia, encontró que cada lavado de una chaqueta de lana sintética libera una media de 1’7g de microfibras.

Ha habido poca investigación cuantitativa sobre la contribución que las fibras de la ropa sintética hacen a otras fuentes de contaminación de microplásticos, según Thompson. Es demasiado pronto para llegar a conclusiones firmes, afirmó, pero “nuestra investigación muestra que es probable que sea una fuente importante”.

“Se necesita más trabajo para comprender otros factores que afectan a las emisiones”, dijo. Señaló la duración del lavado, el diseño de los filtros de las lavadoras y la velocidad de centrifugado como factores potenciales en la cantidad de microfibras liberadas.

“Estos minúsculos plásticos son sólo la punta del iceberg de los 12 millones de toneladas estimadas de plástico que entran al mar cada año”, dijo Louise Edge, activista de océanos de Greenpeace UK. “Desde las botellas hasta los microplásticos, las empresas tienen que asumir la responsabilidad de lo que producen; los gobiernos tienen que legislar para el cambio –y todos tenemos que cambiar nuestra manera de pensar en cuanto al plástico”.

 

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Greenpeace da la bienvenida a la prohibición, la cual debería extenderse a otros productos, tales como los detergentes.

Los gobiernos ya están actuando en el tema de la polución del plástico. El Reino Unido ha anunciado la prohibición de microperlas, que entrará en vigor a finales de 2017, mientras que en EE.UU., a mediados de 2017. “No estamos abogando para que esta búsqueda de lugar a algo similar”, dijo Thompson. Sin embargo, “la industria necesita pensar en el diseño de los tejidos para asegurar que se reduzcan al mínimo sus emisiones al medio ambiente”.

Fuente del artículo: The Guardian

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