Conocemos el camino, conocemos el oficio…, y empezamos a intimar con todos los pasos y engranajes de la cadena: agricultores, hiladores, tejedores, acabadores y confeccionistas, y voilà!: ¡Aún es posible!
A pesar de que el mejor hilo que vemos que se puede obtener con esta calidad de origen cercano ya no se fabrique en Occidente (el hilo que tenemos lo importamos por precio), existen hiladores dispuestos a poner en marcha las máquinas para probarlo, y vemos posible poder ofrecer con este hilo, la base de tejidos que forman parte de la colección Aixovar, y ampliar posibilidades con la intención de que puedan disfrutarlo otros creadores, artesanos y confeccionistas que trabajan con algodón, y a los que se les hace difícil tener acceso a buenos materiales hechos en casa. Y así es como creamos Cotó Roig.
Lo que pretendemos hacer circular con este proyecto es que cuando creatividad y propósito se dan la mano, encontramos aún las herramientas para vehicularlos, porque somos una cultura rica en oficios. Pero no nos engañemos: el algodón o es industrial o no es viable.
Para poner en marcha este camino de la trazabilidad, en el que podamos visualizar y sentirnos cercanos a toda la cadena, necesitamos unos mínimos muy altos, y conseguirlo dependerá de que vosotros digáis un Sí, que cuando busquéis una pieza de algodón que os vaya a tocar la piel, invirtáis en valores: el valor que le dais a vuestra piel, a vuestro trabajo y al fruto de la tierra.