La naturaleza y sus leyes me fascinan, especialmente la nuestra, la del ser humano. La genética me fascinó en la etapa de estudiante de secundaria y así fue cómo acabé en la Facultad de Biología y posteriormente haciendo el doctorado en Biología Humana y me especialicé en Genética. Disfrutaba analizando cromosomas, conociendo más de su comportamiento y de cómo se relacionaban con algunas patologías. Era la década de los 90 del siglo pasado, y en ese momento, todavía se tenía la visión de que nuestros genes eran muy determinantes. Ya no podemos ser tan taxativos. Ahora sabemos que el ambiente tiene un papel muy determinante, por ello, los científicos explican cómo “el código postal es más importante que el código genético” en enfermedades como el cáncer; y cómo un ambiente y unos hábitos de vida más saludables resulta la mejor prevención para mantener un mejor estado de salud.

Así llega la epigenética, la ciencia que analiza cómo el medio ambiente en el que vivimos puede influir en la expresión de nuestros genes. Y ahí estoy actualmente. Parte de mi trabajo se centra en conocer los factores ambientales de riesgo para la salud, cómo afectan, qué grupos de la población tienen más riesgo, y también cómo podemos elegir opciones de vida más saludables adoptando hábitos que promuevan el bienestar y la salud global. Toda esta experiencia adquirida la he intentado recopilar y plasmar en el libro “Vivir sin tóxicos” publicado por RBA en 2014. Los alimentos, los cosméticos, los electrodomésticos, las pinturas y barnices, los juguetes,… y también la ropa, pueden contener sustancias que resultan nocivas para el organismo, especialmente para los más sensibles como son la población infantil, destacando la etapa de desarrollo prenatal como la más lábil.

Si miramos atrás, tan sólo una década, vemos cómo las autoridades sanitarias han cambiado las recomendaciones acerca de cómo afecta el tabaco a la salud o cómo la denominada dieta mediterránea es más saludable. Además, se da valor a los productos más locales y a los que se cultivan sin añadir productos químicos tóxicos. El  consumo de alimentos ecológicos va incrementando a medida que se va tomando conciencia de la importancia para la salud de evitar el “aliño” de sustancias químicas nocivas presentes en los alimentos cultivados y tratados con pesticidas. Un extra que además sale más barato que comprar productos que estén exentos. Pagamos menos, por llenar el plato de más sustancias (además que no solo no aportan nada, sino que merman la salud). Pero cuando te interesas por qué se esconde detrás de la manzana que te llevas a la boca, cambia todo, especialmente el tomar conciencia de cómo este conocimiento (sin alarmar, pero tampoco sesgar y banalizar) te convierte en un consumidor más informado, elijas lo que elijas finalmente.

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Estas reflexiones en los hábitos cotidianos de consumo en los productos de alimentación, nos sirven perfectamente para un cosmético o para la vestimenta: ¿Cuáles son tus preferencias al elegir una prenda de vestir? ¿Sabes lo que hay detrás de tu camiseta básica preferida? ¿Por qué solo cuesta unos pocos euros? ¿Dónde se fabrica? ¿Cuánta agua se ha necesitado? ¿Quién la fabrica? o si, ¿Incluye un extra de sustancias nocivas como la manzana que no es ecológica? ¿Alguien te ha informado?

Cuestión de piel

La piel es el mayor órgano de nuestro cuerpo. Constituida por diferentes tejidos, con una extensión de unos 2 metros cuadrados y un peso de 4-5 kilos en adultos, es el primer traje con el que venimos al mundo.

La piel nos protege del medio exterior, regula la temperatura corporal, contiene miles de receptores táctiles, se distingue por su color, su textura, y también revela nuestras emociones ruborizándose cuando sentimos vergüenza o transpirando en exceso cuando nos ponemos muy nerviosos. Nacemos con un traje que se renueva cada 20-30 días, así, de forma natural, y sin elegirlos, cambiamos de traje unas ¡1000 veces! durante la vida.

Hemos aprendido a cuidar nuestra primera piel con hábitos saludables: a mantenerla bien hidratada, protegerla de un exceso de radiación solar, elegir los alimentos que la mantienen más vital o los cosméticos con ingredientes sanos, los que no contienen sustancias químicas nocivas (como los parabenes o los ftalatos).

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Veamos la segunda piel. ¡Abre el armario! Observa. Tejidos diferentes,… muchos metros de tejidos, de colores y texturas diferentes, ligeros para vivir el calor, mullidos para proteger del frío. También provocan emociones. Han sido elegidos y han llegado a tu armario.

Elegir una prenda puede ser cuestión de piel. Un flechazo, cual amor a primera vista, ¡esta es justo la que buscaba!, te dices con una sonrisa de satisfacción. Un descubrimiento al tacto, cuando la tocas. O necesitas probártela para descubrir que se adapta a tu cuerpo como si estuviera hecha solo para ti.

Además, elegir una prenda también puede ser una cuestión de respeto ambiental, de ética social, de apuesta para una mejor salud.

¿Sabías que algunas prendas pueden contener los mismos productos nocivos que se encuentra en alimentos o en cosméticos? En pequeñas dosis eso sí, pero ahí están.

Apostando por textiles saludables 

Diseño e Innovación no deberían ser excluyentes de garantizar la Salud. Y me refiero a un concepto de salud muy transversal y holístico: la salud laboral, ambiental, social, ética,… no solo la personal del consumidor final. En cada uno de los eslabones se tiene que empezar a priorizar el cultivo de las materias primas sin alterar el equilibrio de la tierra, eliminando pesticidas, evitando el añadir otras sustancias químicas nocivas en posteriores tratamientos, velando por cómo afectan a la salud de los trabajadores, del medio ambiente… siguiendo toda la cadena hasta llegar al consumidor final.

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Sin información no es fácil elegir tejidos y procesos más saludables. Por eso, resulta fundamental saber reconocer los diferentes opciones para elegir la más sostenible y ecológica. Tanto si eres productor, diseñador o consumidor, el conocimiento te ayudará a desarrollar una línea de ropa con un plus añadido: el del bienestar y la salud.

¡! Tu segunda piel se guarda en el armario ¡!

En el siguiente post entraremos en cómo conseguir una segunda piel saludable, cómo tener un armario más sostenible y más saludable, cómo reconocer al “enemigo” y evitar que entre en casa.

Elisabet Silvestre es Doctora en Biología. Máster en Bioconstrucción. Autora del libro “Vivir sin Tóxicos” RBA. www.habitatsaludable.info

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